¡Hola de nuevo, querid@s Yupiter@s!
Hoy hemos querido rescatar esta preciosa fábula clásica que nos enseña las consecuencias que el decir mentiras puede tener en nuestro día a día y en la relación con los demás ya que, si mentimos continuamente, al final nuestra familia y amig@s dejarán de confiar en nosotros. Después de leerla, ¿os atrevéis a hacer un dibujo de alguna escena del cuento?
Un día, un pastor que cuidaba su rebaño en los prados pensó:
-¡Qué aburrimiento! Estoy cansado de vigilar el rebaño yo solo desde la mañana hasta la noche.
¡Ojalá ocurriese algo divertido!
Entonces de le ocurrió una idea y corrió al pueblo dejando al rebaño solo.
-¡Socorro! ¡Los lobos están atacando mi rebaño! -gritó.
Los habitantes del pueblo, al oír los gritos del pastor, se reunieron a su alrededor armados con hoces, azadas y palas.
-¿Dónde estan los lobos? ¿Te han herido? -preguntaron los aldeanos.
El pastor les contó la verdad con una sonrisa: -Me aburría tanto que me lo he inventado todo. Ha sido divertido ver vuestra reacción.
Los aldeanos muy enfadados, regresaron a su trabajo.
Al día siguiente, el pastor volvió a gritar:
-¡Socorro! ¡Los lobos están atacando! ¡Esta vez es verdad!
Los aldeanos volvieron a acudir a la llamada con sus hoces, hachas, y demás aperos, pero el pastor les había mentido de nuevo.
Esta vez, los aldeanos se enfadaron más aún con él, y volvieron a su trabajo.
Cuando el pastor regresó a los prados, se encontró con que los lobos estaban atacando de verdad su rebaño. Los hambrientos animales comenzaron a comerse a las ovejas una por una. El sorprendido pastor corrió hacia el pueblo tan desprisa como pudo:
-¡Socorro! ¡Los lobos están atacando a mi rebaño! ¡Por favor, ayudadme! -imploró pidiendo la ayuda de los aldeanos uno por uno.
Pero los aldeanos respondieron entre risas.
-¡Cada vez eres mejor actor! ¡Estamos demasiado ocupados para perder el tiempo con tu actuación!
-¡Oh, no! ¡Esta ves es verdad! Por favor, ayudadme a echar a los lobos -suplicó.
Nadie le hizo el menor caso. Los lobos se comieron a todad las ovejas y el pastor se quedó sin nada.
Moraleja: Si siempre dices mentiras, los demás no confiaran en tí.
Fuente: muchoscuentos.jimdo.com